lunes, 10 de agosto de 2015

LECTURA


 


 
 
 
 
La mujer en la historia                                            Alejandría.  A  una  Leoncia  griega,  que  escribió contra el filósofo Teofrasto y lo convenció. A una


Veo adorar por diosa de las ciencias a una mujer
como Minerva, hija del primer Júpiter y maestra de toda la sabiduría de Atenas. Veo una Pola Argentaria que ayudó a Lucano, su mando, a escribir la gran Batalla Farsálica.  Veo a la hija del divino Tiresias, más docta que su padre. Veo a una Cenobia reina de los palmirenos, tan sabia como valerosa. A una Arete, hija de Aristipo doctísima Nicostrata inventora de las letras Latinas  y eruditísima  en las griegas. A una Aspasia Milesia, que enseñó Filosofía y Retórica, y  fue maestra del filósofo Pendes. A una Hipacia, que enseñó Astrología Y leyó mucho tiempo en

Julia, a una Corina. a una Cornelia: y en fin, a toda la gran turba de las que merecieron nombres, ya de griegas, ya de musas, ya de pitonisas: pues todas no fueron más que mujeres doctas, tenidas y celebradas y también veneradas de la antigüedad por tales.
 
 
 
Sor Juana Inés de la Cruz, "Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz", en Obras escogidas, México, Espasa-Calpe (Austral No. 12), 1963, pp. 136-137.


 
 
 
 
 
 
 
 
 


Teniendo como antecedente las ideas de emancipación femenina que surgieron al fragor de la Revolución Francesa, a mediados del siglo XIX los movimientos feministas proliferaron y fueron adquiriendo fuerza.

En 1848 tuvo lugar la Primera Convención sobre los Derechos de la Mujer en la ciudad de Nueva York donde se reclamó la participación de las mujeres en las elecciones políticas.


 
 


En 1918, en la Gran Bretaña se expide una ley que concede el voto a las mujeres mayores de 30 años.
En 1914, en Estados Unidos se logra que el voto femenino sea reconocido en varias regiones, y en 1920 el país entero acepta la presencia femenina en las urnas electorales.
En México en 1916, Hermila Galindo, colaboradora del gobierno de Venustiano Carranza, realiza el Primer Congreso Feminista donde se discuten temas relativos a la educación de las mujeres, la protección de la familia y el trabajo de la mujer.
En las primeras décadas del siglo XX, el feminismo en Latinoamérica se centra en la lucha contra las insalubres condiciones de vida, el maltrato familiar, la ignorancia, el alcoholismo, la explotación laboral y el "machismo" .
 
 
 
"La mujer no es esclava, la mujer es persona; la mujer no es cosa y llamarla así en una asamblea democrática y cristiana es prorrumpir en una blasfemia; la mujer
es libre y si sacrifica algo de su libertad en el matrimonio, lo hace por el amor, por la maternidad, por el bien de la sociedad
y del género humano."
Ponciano  Arriaga
Político liberal mexicano del siglo XIX
 
 
 
En el año de 1952 se promulgó en México una ley que establece "que las mujeres serán elegibles para todos los organismos públicos establecidos por la legislación en condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación alguna".
Mujer
Un ser que aún no acaba de ser No la remota rosa angelical que
los poetas cantaron
No la maldita bruja que los inquisidores Quemarón
No la temida y    deseada prostituta No la madre bendita
No la marchita y burlada solterona. No la que vive porque la dejan vivir. No la que debe siempre decir si
Un ser que trata de saber quién es
y     empieza a existir.
Alaíde Foppa (escritora
guatemalteca)

Los datos que acabamos de recordar testimonian los logros que ha alcanzado la mujer en los últimos tiempos; se trata de importantes avances en el aspecto legislativo. Como dice la  filósofa Graciela Hierro:  "las mujeres  somos ciudadanas al parecer con todos los derechos de los hombres".
Y, sin embargo, agrega, la utopía de las sufragistas que desde el siglo pasado lucharon por las reivindicaciones feministas no se han consumado totalmente.
Es verdad que se ganó, en la letra de la ley, el derecho pleno a la igualdad, pero no en el ejercicio de la política y de la vida cotidiana donde todavía existen signos de discriminación y de opresión, pues bastaría re- visar muchas actitudes y valoraciones que actualmente, en los umbrales del siglo XXI, se dan en tomo a la mujer. Todavía existen muchos resabios de la ideología patriarcal o "machista" (como se dice en México) que es preciso erradicar. Debemos preguntamos si el patriarcado, la ley del padre, del patrón, del supremo jefe es producto de una ley natural sin posibilidades de cuestionarla o transformarla.
Toca al feminismo luchar en contra de esta ideología del machismo o ideología patriarcal. No para imponer otra ideología que gobierne igual que la anterior, pero ahora con otro signo: el materno. No, ése no es el fin que busca el feminismo, pues su meta es el "terminar con la ideología patriarcal y que hombres y mujeres seamos iguales, conservando la diferencia del género, esa es la finalidad del movimiento de las mujeres. Que los géneros sean simétricos".
 
 
Que podamos desear, actuar y soñar con igualdad de oportunidades, cada uno de los géneros. Que ambos perpetuamos, cuidemos y amemos a la especie, y que también juntos trabajemos y construyamos la nueva cultura, donde el género no sea lo que dé valor a nuestro trabajo sino su propio resultado para la felicidad humana.
 
 
 

La bioética y

sus problemáticas
 
Una parte muy importante de la ética aplicada o práctica, que ha cobrado auge en los últimos tiempos es conocida como bioética, término propuesto por el oncólogo estadounidense V. R. Potter en 1971.
 
31 Véase Graciela Hierro, prólogo a Feminismo para adolescentes, de José Alfredo Torres, México, Ed. Fuego Nuevo, 1989, pp. l-Ill.
32 Graciela Hierro, op. cit.


 
 


La bioética examina todos aquellos problemas morales relacionados con el valor y la conservación de la vida humana, animal y vegetal (conservación del ambiente).
Según el Boletín panamericano de bioética (número especial de 1990), la bioética "es el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se examine a la luz de valores y principios morales",»
La importancia de esta nueva disciplina tiene que ver con sus nobles propósitos: salvar a los seres vivos del peligro de muerte por la destrucción de su ambiente.
No obstante que ciencias como la bioética parten del valor fundamental de la conservación de la vida, del derecho a vivir, se reconoce que hay ocasiones en que se cuestiona que la vida misma sea un valor absoluto, cuando, por ejemplo, ésta implica un verdadero sufrimiento, esto nos remite al controvertido problema de la eutanasia.
 
 
 
 
 
 
La eutanasia
La palabra "eutanasia" proviene del griego eu, buena y thánatos, muerte. Su significado entraña una acción positiva: quitar la vida a alguien para evitar su sufrimiento, ayudarle a bien morir. La eutanasia se daría en un contexto hospitalario, con un paciente terminal, sin esperanza de recuperación y, sobre todo, con asistencia médica.
Pese a este sentido positivo que presenta la definición de eutanasia, encontramos severas prohibiciones legales, morales y religiosas que limitan y censuran su práctica.
Sin embargo, ante una serie de dolorosas experiencias, como la que sufrió en 1987 la deportista Ingrid Frank de 28 años, quien quedó paralítica de brazos y piernas por lo cual se quitó la vida, han llevado a países como Holanda a replantear seriamente el problema de la eutanasia y aprobar una ley en 1994 que la norma. Esta ley permite la práctica de la eutanasia con la condición de que se cumplan una serie de lineamientos o reglas; de no cumplirse con éstos, la eutanasia se considera como un delito que amerita la pena máxima que es de doce años de cárcel en ese país.
Según la mencionada ley, el médico debe tener en cuenta la personalidad, la inteligencia y el sufrimiento

del enfermo, obtener de éste una petición explícita reiterada y formulada con pleno conocimiento de causa.
Si bien los representantes holandeses de las religiones católica, judía y musulmana manifestaron su abierta oposición a esta ley, las encuestas revelan, según Alejandro Herrera-s, que el 90% de los holandeses están a favor de ella y que el 2.1 % de las muertes que se registran en Holanda obedecen a esta práctica.
Cabe mencionar que la aprobación de este tipo de le- yes no se da abruptamente sino que es el resultado de un proceso gradual.
En nuestro país ya se han dado ciertos avances en este sentido. Por ejemplo, el citado filósofo Alejandro Herrera, refiere que en 1995 algunos hospitales del ISSSTE elabora- ron una encuesta relacionada con cinco casos hipotéticos de eutanasia:
·     Un paciente en estado vegetativo.
·      Una paciente paralítica que sólo puede comunicarse mediante el movimiento de los ojos.
·     Un enfermo con cáncer de páncreas y sin esperanza de curación .
·     Un paciente con cáncer de próstata con invasión del mismo en los huesos y sin posible mejoría, y
Un paciente con trastornos psicológicos para el que no hay solución.
 
El cuestionario utilizado para levantar la encuesta tenía tres opciones:
a)    La eutanasia en este caso está justificada.
b)    Cualquier acción que exponga la vida de un ser humano es un crimen moralmente injustificado.
c)    Tengo dudas sobre estos casos.
 
Herrera opina que habría sido muy útil añadir un cuarto inciso que permitiera al encuestado opinar sobre estos casos, indicando qué lo llevó a marcar determina- da opción: "Con ello -nos dice este filósofo mexicano- se habría tenido una idea de cuáles son las motivaciones que subyacen a la toma de posición en problemas éticos de este tipo."
Algunas objeciones serias para practicar la eutanasia proceden de los propios médicos con razones que parecen válidas.


 
 


Como sabemos, la esencia de la profesión médica estriba en salvar vidas en lugar de provocar la muerte, y este reclamo está consagrado en el famoso juramento hipocrático (que ya vimos al hablar de las profesiones) el cual nos dice que la misión del médico es "no hacer daño, sino ayudar", tener la salud del paciente como su más noble meta.
Bajo esta perspectiva, se piensa que los pacientes dejaron de confiar en los médicos que acceden a llevar a cabo la eutanasia, y que la institución médica, en general, se verá perjudicada por esta pérdida de confianza.
¿Qué pensar de esta objeción que parece sumamente lógica y convincente? Según Herrera, es menester reinterpretar el juramento hipocrático a la luz de un enfoque integral. De esta manera, lo primordial de la profesión médica y del juramento hipocrático es lograr que el paciente se mantenga en condiciones biológicas para lograr una vida digna y no una vida miserable.
Bajo este nuevo enfoque, cumple mejor con el multicitado juramento el médico que ayuda a su paciente a morir con dignidad y que le evita el terrible daño de un remedo de vida humana que nadie desearía si  se encontrara en el lugar del paciente.
Otra razón que se da para oponerse a la eutanasia proviene de un posible conflicto entre las creencias del paciente y las creencias del médico. Por ejemplo, cuando éste practica una religión que le prohíbe matar bajo cualquier circunstancia, surge el problema de cómo resolver este conflicto. Pragmáticamente, podría ser buscando un  médico cuyas creencias sean compatibles con las del paciente (es decir, que le practique la eutanasia), pero, ¿qué sucedería cuando hipotéticamente no lo hay?
A juicio del profesor Herrera, en estos casos el interés del paciente deberá prevalecer sobre el interés del médico debiendo éste sacrificar el seguimiento de sus creencias en aras de lo que su paciente percibe razonadamente como su propio bien; sin embargo, como sabemos, siempre surgirán discrepancias con respecto a esta manera de pensar.
En suma, para Herrera, el juramento hipocrático debe consistir fundamentalmente en la promesa de la búsqueda del bienestar integral del paciente y se debe fundar en el marco del respeto a sus propios valores, a la percepción de su calidad de vida, dentro de los límites de la convivencia con los demás.
Sin pretender extendemos más en este controvertido tema, señalemos que éstas son tan sólo algunas reflexiones que el médico y los pacientes deberán retomar para sopesar de manera moralmente adecuada el difícil problema de la eutanasia.

El maltrato hacia los animales
 
Como hemos visto la Bioética se preocupa por la preservación de la vida y de las especies, no solamente en un nivel individual, sino general. Es por ello que el cui- dado y respeto a la vida animal forma parte de la preservación de los ecosistemas.
El cuidado de los animales, a pesar de que muchas veces se piensa lo contrario, entraña un sentido ético. Muchas veces no se repara en el hecho de que los anima- les también sufren y que no son meros objetos o especies de máquinas como creía René Descartes en el siglo XVII.
¿A qué se debe la crueldad hacia los animales? se pregunta Alejandro Herrera (filósofo al que nuevamente retomaremos). Ello se debe, nos contesta él mismo, a nuestra herencia cultural de occidente. "Hemos recibido de las generaciones anteriores un modelo de ser humano según el cual éste se ve a sí mismo como el rey del Universo, como un individuo infinitamente superior a los de las demás especies."36
En virtud pues, de este antropocentrismo típico del mundo occidental, nos creemos con derecho de explotar irracionalmente nuestro hábitat y por otra parte hemos puesto un mayor énfasis en nuestra racionalidad que en nuestra animalidad, pero es necesario que comprendamos que somos más animales de lo que hemos creído y "que estamos dentro de la cadena de la vida, no fuera de ella". 37
Más que como señores de la naturaleza, debemos vemos como cuidadores y responsables de ella.
Filósofos contemporáneos como Peter Singer, Tom Regan y Paul Taylor nos invitan a abandonar el antropocentrismo y valorar y apreciar la vida de otros seres.
Según Peter Singer, así como hay discriminación racial o sexual, también existe la discriminación hacia otros seres -como los animales- por pertenecer a una especie supuestamente inferior; a tal tipo de discriminación le llama especismo.
"Ser especista es no reconocer que hay otras especies dignas de consideración moral en virtud de su posesión de sensibilidad."38
Algunos filósofos como Tom Regan proponen hablar de los "derechos de los animales" (así como existen los


 
 


derechos humanos); sin embargo, para otros filósofos, entre ellos el propio Peter Singer, esto se prestaría a ciertas confusiones y abusos del lenguaje. Desde luego, hablar de "derechos" es hablar de personas y los  animales  no son considerados como tales,  por lo cual Singer propone tentativamente utilizar como criterio a los animales que tienen capacidad para sufrir y sentir placer lo que implica que tienen un sistema nervioso central. Sin embargo, este criterio dejaría fuera a las plantas y animales "inferiores" como los gusanos y los insectos; por ello otros filósofos, como Paul Taylor, "han propuesto una ética cuyo círculo expandido abarque a cualquier ser vivo sobre la base de que cualquier daño ocasionado intencionalmente y que atenta contra la integridad de un individuo puede ser atribuido a una acción inmoral'
Lamentablemente, en nuestra sociedad, tanto en el campo como en las ciudades, se ha vuelto un hecho muy común el maltrato a los animales: matanza de perros callejeros, venta de animales de especies en peligro de ex- tinción, métodos irracionales para sacrificar a las reses en los rastros, peleas de gallos y de perros, corridas de toros; falta de cuidado de los animales en los circos y zoológicos y, en fin, experimentos donde los animales son víctimas de innumerables torturas.
¿ Qué se puede hacer para contrarrestar esta violencia ejercida contra los animales? Obviamente que debemos cambiar nuestros hábitos y actitudes en nuestras relaciones con los animales y tomar medidas que se están realizando para evitar el sufrimiento de estos se- res de la naturaleza. Pongamos solamente un ejemplo:
"El problema del perro callejero - con o sin dueño - en las ciudades es muy grave. Las autoridades normalmente buscan la solución más rápida: el exterminio. Y peor aún: el exterminio doloroso. Un programa bien elaborado deberá intentar primero la adopción por parte de voluntarios,  y luego la esterilización tanto de machos como de hembras.
 
 
 
El aborto
 
Otro problema ligado con los anteriores, porque trata sobre la defensa de la vida, es el que se refiere al aborto.
Según el comité de terminología del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología, el aborto es la expulsión o extracción de parte o todo el producto de la concepción, con anexos y sin ellos, antes de que pese

500 gramos o haya completado 20 semanas de gestación, o sea 139 días.41
Se habla de diversos tipos de aborto; por ejemplo desde el punto de vista de su origen existe el aborto espontáneo y el aborto provocado. En el aborto espontáneo no existe intervención humana y es producido por alteraciones ovulares.
El aborto espontáneo ocurre con una tasa mucho mayor de lo que se piensa, pues "se ha calculado que alrededor de 33% de todos los óvulos fertilizados abortan antes del ciclo menstrual".42
A diferencia del aborto espontáneo, el provocado o voluntario se da por la intervención del ser humano (médico, comadrona, etc.) y puede ser inducido a petición de la interesada (en algunos países está legalizado). O el terapéutico, el cual se ejerce cuando la continuación del embarazo amenaza la vida de la paciente o su estado de salud, o bien, cuando el embarazo ha sido resultado de una violación o se confirma la posibilidad de malformaciones fetales o retardo mental en el producto.
A lo largo de la historia el aborto no siempre ha sido condenado n i catalogado como un  acto criminal. En  la antigua Grecia se dividían las opiniones. Hipócrates, el padre de la medicina, rechazaba el aborto como medio para controlar la natalidad. En  su famoso juramento prohibía suministrar remedios abortifacientes; sin embargo, filósofos como Aristóteles contemplaban el aborto como medida de control de población y para el desarrollo de una comunidad "bien integrada".
Para los romanos, el aborto no implicaba asesinato pues era, simplemente, la remoción de una porción del cuerpo, como un brazo, o una pierna.
En la actualidad coexisten ambas tendencias, las que abogan por lo que se llama la "despenalización del abor- to", y las que condenan esta práctica por considerarla contraria a leyes naturales, divinas o a incuestionables principios morales como el derecho a la vida.
Dentro de esta línea, el Papa Juan Pablo TI, máximo representante de la Iglesia católica rechaza categórica- mente el aborto.
Mientras que mujeres de tendencias liberales consideran que en ciertos casos pueden abortar porque ellas tienen pleno derecho sobre su cuerpo, la moral cristiana arguye que "ninguna mujer tiene derecho a intervenir en una vida que Dios ha creado".


 
 


Desde el punto de vista filosófico la discusión sobre la legitimidad ética del aborto se centra en la concepción de la persona moral. Una persona moral "es aquella que forma parte de nuestra comunidad moral, es decir, del conjunto de individuos con respecto a los cuales tenemos derechos u obligaciones morales".43

En la actualidad nos encontramos en dos formas irreconciliables de interpretar el aborto provocado. Unos parten de la creencia de que el feto es una persona y así consideran que es inmoral interrumpir su desarrollo vital. Para este punto de vista "la animación del feto es inmediata" y por lo tanto "la práctica del  aborto voluntario (o provocado) es moralmente condenable sea cual fuere el periodo de gestación en que se realice y sean cuales fueren las circunstancias en las que se practique''

Otros, en cambio, consideran que el aborto no es moralmente reprobable pues el feto no es persona moral y por lo tanto no tienen los derechos morales inherentes a las personas,

Incluso, los que piensan así, podrían apoyarse, paradójicamente, en filósofos cristianos que consideraban que la persona, propiamente dicha, no comienza a existir desde el momento de la concepción. San Jerónimo y San Agustín decían, por ejemplo, "que no todo feto tiene alma". "Santo Tomás, por su parte, sostiene explícitamente que el alma no entra en la materia en el momento de la concepción, sino hasta la séptima semana de la gestación."45

De acuerdo con esto, el aborto voluntario quedaba moralmente condenado sólo si se practicaba una vez que el alma hubiese sido infundida al cuerpo.

Así, pues, para esos filósofos cristianos la destrucción de un feto inanimado no se consideraba moralmente malo. Cualquiera que sea nuestro punto de vista en tomo al aborto, éste debe emanar de una decisión libre, autónoma y comprometida; por ello, nos dice la filósofa Margarita

Valdés:

 

 

Es cada quien con su sistema de valores y creencias morales quien debe determinar para sí  mismo  si  el feto merece la calidad de persona moral o no y por lo tanto si el aborto  voluntario  es  una  práctica moralmente correcta o no. Se trata de un asunto de moralidad individual que c ada quien debe decidir en conciencia.


 

Esto no equivale a aceptar que después de todo da igual decidir cualquier cosa; por el contrario, coloca a cada individuo en la obligación de darse a sí mismo una explicación honesta y razonada de su decisión. Por otro lado, nos obliga a asumir una actitud de respeto y tolerancia hacia los demás. La tolerancia no consiste en considerar que cualquier cosa está permitida, sino en estar dispuestos a entablar una discusión racional con nuestros opositores y revisar razones a favor de la aceptación de prácticas distintas a las que uno mismo acepta como en estar dispuestos a cambiar las prácticas en el caso de convencernos de que estábamos equivocados. Mientras no alcancemos ese convencimiento tenemos que defender nuestras posiciones con la fuerza con que se defiende una verdad o una creencia profundamente internalizada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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